De esta maravillosa manera luce vestida para el Adviento y la Navidad María Santísima del Carmen en su sagrada morada de la calle Toledo.
Hace
tan solo unos días, Carmen, te contemplábamos en el camarín ataviada con todos los
atributos de tu belleza pero llena de humildad y sencillez, como Reina del
Purgatorio, encargada de velar por las almas de los ruteños que ya no están con
nosotros.
Diciembre
y el fantástico trabajo del grupo de camarería de nuestra Real Archicofradía, utilizando
imperdibles de esperanza, de vida y de ilusión, han conseguido que tu bendito
rostro brille más si cabe entre nosotros, en pos de anunciarnos que esa “Estrella”
que va a nacer (y que no es otra que el Fruto Bendito de tu vientre) llegue
hasta nosotros haciéndose plena en ti la voluntad de Dios.
Los
ruteños sabemos que poco necesitas para encontrarte bella, pues la hermosura
que derrama tu rostro allí donde lo luces, refleja una amalgama de virtudes que
no son ni más ni menos que las de Dios, esas que Tú practicas como nadie para
enseñarnos que todo hay que hacerlo a su imagen y semejanza.
Uno
de esos atributos es la luz después de la muerte, de un sufrimiento, de un
desengaño o de una enfermedad, y que con la claridad que luce tu rostro para el
Adviento nos llena de vida e ilusión a los ruteños por estas fechas. Es la luz
que te apellida como Patrona de Rute, como Madre que siempre está ahí,
guiándonos y acompañándonos con su amor.
Y
es que el manto dorado brocado con pedrería que luces a juego con tu saya de
terciopelo bordado, y tu corona dorada que un buen día recibiste como regalo de
Dª. Ana Villén, nos transportan a elevar tu rostro al Cielo, en pos de
perdernos contigo en esa inmensidad de estrellas sobre las que Tú reinas, haciéndote
notar entre las mismas en forma de un luminoso rostro que es el responsable de
la alegría de nuestro corazón.
Serás
durante estos días la Estrellita del Monte Carmelo que nos guíe a ese Niño tuyo
que ahora encontramos en tus brazos dulce y sereno, lleno de un blanco
inmaculado en forma de vestido de terciopelo y con sonajero de plata en mano
para ponernos alerta durante el Adviento de su inminente llegada. Un Divino Infante
que es para los cristianos el alfa, la omega, el principio y el fin: es decir,
la esperanza de los cristianos para tener consuelo ante todo el mal que nos
acontezca.
Nos
encanta contemplarte de cualquier forma: ¡cómo se te puede poner algún defecto,
Carmen, si estás hecha a imagen y semejanza de Dios! Bendito modelo que el Señor
trajo a Rute para poder llegar hasta Él.
Gracias,
Carmen, por ser Reina, Patrona y fuente inagotable de paz y de fidelidad. Intentaremos
los ruteños recompensártelo con nuestro amor, si es que hay cantidad suficiente
del mismo para agradecer tanta hermosura, humildad, paz y fidelidad.
Feliz
Adviento a toda la villa de Rute.
¡Viva
la Virgen del Carmen!
¡Viva
la Patrona de Rute!
¡Viva
la Reina y Señora!
¡Viva
la Emperatriz Carmelitana!
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