Con la imposición de la
ceniza en el día de hoy, comienza para los cristianos el periodo cuaresmal, el
cual supone para todos nosotros el inicio del ciclo temporal espiritual más
relevante para todo creyente, y que supone prepararse intensamente para vivir
el Misterio Pascual: es decir, la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro
Señor Jesucristo.
Es también tiempo de
conversión, de arrepentimiento, de penitencia, de humildad y que pone de
manifiesto (a la vez) la irremediable caducidad y fragilidad humana, sujeta a
la muerte, que queda retratada en el día de hoy con la imposición de la ceniza:
“…polvo eres y en polvo te convertirás.” En
este sentido, la Cuaresma, que empieza hoy con la imposición de la ceniza, termina
con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual: algo debe quemarse y destruirse en nosotros (nuestra vanidad, soberbia
y nuestra planta de hombres viejos de espíritu) para dar lugar a la luz, la
esperanza y la purificación de la Gloria de la Resurrección.
Pero sobre todo es tiempo
de oración, reflexión interior y penitencia, en el cual, tomando nuestra propia
cruz, debemos de manera decidida hacernos acérrimos seguidores de Cristo en
este fatigoso caminar por la vida terrenal, con la esperanza de que el Reino de
Dios se instaure dentro de nosotros.
Suerte que en dicho
camino, como hijos de Dios, contamos con la inestimable ayuda y sustento de la
Madre de Dios, de nuestra Señora y Patrona, la Santísima Virgen del Carmen que,
desde su morada de la calle Toledo, nos espera con sus brazos abiertos con este
grado de lindeza, perfección y humilde excelencia, vestida para una cuaresma
que hoy comienza, y dentro de la cual celebraremos en el mes de Abril el solemne
triduo al santísimo Cristo del Mayor Dolor.
Nuestra Madre luce de
esta preciosa guisa en su morada de la calle Toledo, con traje estampado en
marrón y morado y guarniciones de plata. La mantilla que luce es un precioso
velo de tul de seda bordado a mano (al estilo granadino). La corona de balón
(la más antigua de su ajuar), el cetro, la media luna y los escapularios de
plata, resaltan la espectacular belleza de nuestra Carmelita, al tiempo que nos
alertan de la presencia de la Madre como indispensable camino hacia el Padre.
El Niño Jesús, aparece ataviado con traje de raso blanco (bordado con cristales
de perlas) y engalanado con sus potencias de oro y su escapulario de plata
cincelado a mano (al igual que nuestra Madre y Patrona).
Contemplarte
tal y como te vemos hoy en tu acogedora morada de la calle Toledo, Madre, nos
dispone espiritualmente a que que brote de nuestro interior la penitencia, la
reflexión y la meditación personal.
Pureza
y belleza carmelitana que te definen una vez más como reclamo eterno de oración
para todos los ruteños, más aún en este tiempo cuaresmal que se nos viene, en
el cual deberíamos utilizar a menudo tu pelo tendido que llega hasta el Cielo,
para estar más cerca de Jesús y de su pasión.
Desde
estas líneas, queremos trasmitir una vez más nuestra más sincera enhorabuena y
felicitación a nuestros compañeros del grupo de camarería de nuestra
Archicofradía, que una vez más, vuelven a conseguir que rezar en frente del
divino frontis de nuestra Patrona, tras la reja de su Santuario, suponga orar
casi a las mismas puertas del Cielo.
Ayúdanos
a llegar a ese Cielo, Carmen, a través de tu intercesión y de la de tu Santo
Escapulario.
Que
así sea….
¡VIVA LA VIRGEN
DEL CARMEN!
¡VIVA LA PATRONA
DE RUTE!
¡VIVA LA REINA Y
SEÑORA!
¡VIVA LA
EMPERATRIZ CARMELITANA!
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