Texto: Jesús Manuel Redondo Alba
Imágenes: Antonio Rabasco Burguillos | Julián Rey Jiménez
Con el desfile procesional de la imagen de Nuestro
Padre Jesús Resucitado por las calles de nuestra villa el pasado Domingo de
Resurrección culminaba de manera gloriosa la Semana Santa, con el triunfo de
la vida y la resurrección, sobre la penuria, la desidia, la oscuridad y la
muerte.
En dicha estación penitencial, igualmente, estuvo
presente una representación de la junta de gobierno de nuestra Archicofradía,
encabezada por nuestro presidente D. Leopoldo José Jiménez Roldán, y por
nuestros hermanos mayores 2017, D. José María Alba y Dª. Manuela Baena.
El Domingo de Resurrección tiene un especial
significado para los cristianos: en primer lugar, porque supone el triunfo de
la vida de Jesús sobre la muerte y, en segundo lugar, porque supone el inicio
del tiempo pascual, es decir, el periodo de 50 días que van desde dicho día
hasta el Domingo de Pentecostés.
Por consiguiente, la muerte de Jesús conlleva, para
toda la feligresía ruteña, la alegría de la derrota del pecado y de la muerte y
el triunfo de la vida, la que nos da Jesús vivo tras su resurrección, para
permanecer eternamente junto a nosotros. La resurrección de Jesús significa que
nosotros resucitaremos también con Él, dotando nuestra vida terrenal de pleno
sentido, como premio final a nuestra aventura en la Tierra.
Junto con lo anterior, nunca debemos perder de vista
el papel de María Santísima del Carmen, Patrona nuestra, en la gloriosa resurrección
de nuestro Señor Jesucristo pues, nuestra Carmelita, manteniéndose fiel al pie
de la Cruz junto a Jesús en el Monte Calvario, mantuvo viva la llama de la fe,
erigiéndose una vez más como un extraordinario ejemplo para todos nosotros al
estar preparada -intacta en su fe- para acoger el anuncio gozoso de la resurrección
de nuestro Señor Jesucristo.
De esta guisa, después de que Jesús fuese colocado
en el santo sepulcro, María es la única que mantiene viva la llama de la fe,
preparándose de una manera maravillosa e incondicional para acoger el gozoso
anuncio de la resurrección, de tal manera que la espera que vive María
Santísima el Sábado Santo constituye uno de los momentos más altos de su fe.
La confianza de nuestra querida y adorada Carmelita
en Dios, en medio de la oscuridad en la que se muestra envuelto el universo
tras la muerte de Jesús, debe servirnos
de ejemplo a todos los ruteños para seguir perseverando en nuestra fe en Jesús,
así como motivo más que suficiente para ver en María Santísima del Carmen el
apalancamiento más divino y espiritual para encontrarnos de lleno con la
Salvación.
Como corolario de todo lo anterior, el carácter
único y especial de la presencia de María en el Calvario y la perfecta unión
con Jesús en su sufrimiento en la Cruz, avalan más que de sobra la
particularísima participación de la Madre de Dios (y Madre nuestra) en el misterio
de la resurrección.
Que Nuestra Señora del Carmen, Patrona y Señora de
Rute, además de imagen y modelo de la Iglesia que esperó al Resucitado
manteniendo intacta su fe, siga siendo para los ruteños el único y verdadero
ejemplo sagrado de consagración a Jesús, y como Reina del Cielo y de nuestro
pueblo, sea siempre la estrella de intenso brillar que nos guíe en nuestro
peregrinar terrenal.
Ruteños: ¡feliz pascua de resurrección!
¡VIVA LA VIRGEN DEL CARMEN!
¡VIVA LA PATRONA DE RUTE!
¡VIVA LA REINA Y SEÑORA!
¡VIVA JESÚS RESUCITADO POR
SIEMPRE!
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