La
Patrona
de Rute se viste de gloria en su Camarín para la Pascua de la Resurrección
Texto: Jesús Manuel Redondo Alba
Imagen: Julián Rey Jiménez
Es de las veces, queridos devotos de nuestra Patrona, que
doy por sentado el que me concedáis la venia para adentrarme en vuestros
sentimientos y, usurpándolos, deje volar sin ataduras mi fe (y la vuestra) para
entregarme en alma a la Reina y Señora de Rute. No obstante, la ocasión lo
merece, sobre todo cuando los cristianos celebramos el triunfo de la vida sobre
la muerte, la victoria de la luz sobre las tinieblas…: la felicidad carmelitana
de la Madre que, deslumbrante, luce esplendorosa y soberbia orgullosa de la
Gloria de la Resurrección de su Hijo, venciendo el miedo a lo opaco y tenebroso
con su incontestable presencia.
Hábito bordado en oro, capa nueva de seda salvaje con
encajes antiguos, mantilla de oro antiguo y escapularios bordados por las
carmelitas cordobesas. Todo es poco para copiar e imitar la luz del Hijo que se
enciende eternamente sobre nosotros y que rebotando en la Hermosa Vidriera del
rostro de nuestra Carmelita, se fija en nuestras vidas cual esfera
resplandeciente que debe permanecer siempre encendida. Para eso está Ella, para
imitar esa incandescencia, cual Estrella del Monte Carmelo que luce más Hermosa
que nunca a base de marrón carmelitano y abigarrado color “Resurrección”.
Gracias a Dios, Reina y Hermosura del Carmelo, los ruteños
podemos contemplarte una y otra vez tras despertarnos de las pesadillas de
nuestra vida diaria, de nuestras “pequeñas muertes” y “desplomes de fe y
esperanza” a los que nos tienta la existencia minuto a minuto, y de las que
“resucitamos” incesantemente gracias a la inyección de vida que nos infringe la
mirada de esos tus eternos ojos misericordiosos.
Te pido, Madre, como humilde portavoz de los hijos de este
pueblo que te adora y te alaba, que esas pequeñas resurrecciones del día a día
que experimentamos cuando nos despertamos de las pesadillas a las que nos
somete nuestra mísera realidad diaria, sirvan para fortalecer nuestra
convicción y esperanza en Ti, y cogidos de tu mano nos lleves directos al VERBO
HECHO CARNE RESUCITADO del que Tú nos impregnas con tu gracia.
En la alegría de Tu Resurrección, Padre, seguiremos los
ruteños caminando de la mano de tu Madre y
de su Santo Escapulario, al tiempo que continuaremos navegando por
nuestra vida para contigo llegar algún día al eterno puerto de la salvación.
¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN Y ETERNA GLORIA CARMELITANA A
TODA LA VILLA DE RUTE!
Que así sea
¡VIVA LA VIRGEN DEL CARMEN!
¡VIVA LA PATRONA DE RUTE!
¡VIVA CRISTO RESUCITADO!
¡VIVA JESUCRISTO POR SIEMPRE!
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