Hoy los miembros de la Iglesia de Cristo estamos de enhorabuena porque celebramos la canonización de dos grandes Papas del siglo XX, dos de las personas más influyentes de nuestro tiempo que supieron poner en marcha la renovación de nuestra vetusta institución. San Juan XXIII, pese a su corto papado, puso en marcha aquel Concilio Vaticano II que colocó a la Iglesia Católica, sin lugar a dudas, dentro de su tiempo, propiciando un impulso espiritual que recorrió todos los rincones del planeta. San Juan Pablo II dio un giro de tuerca más en este sentido postulándose como defensor de las libertades individuales frente a regímenes abusivos, acercándose a los jóvenes y familias y haciendo apostolado en primera persona, a través de sus más de cien viajes oficiales. Amante de nuestro país, nos visitó en varias ocasiones dejando una profunda e indeleble huella en nuestra memoria.
Que esta entrada sirva de homenaje a estos dos nuevos Santos que han sido elevados a los altares por nuestro Santo Padre, el Papa Francisco.
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