Disfrutamos del último domingo de julio, una cita marcada en el calendario ruteño por uno de los actos más concurridos y a la vez sencillos de cuantos se celebran en la localidad. Es el momento en el que la Señora de Rute abandona su Santuario para dirigirse a la parroquia principal de la Villa para recibir allí los cultos mayores en su honor. Se trata de un desfile procesional pequeño, sin boato y donde la Virgen parece estar más cercana que nunca. Desprovista de grandes oropeles, sin palio y con un exorno floral diferente al clásico nardo del 15 de agosto, la Virgen del Carmen realiza un corto de recorrido -de apenas cinco calles- en el que la devoción de un pueblo y del barrio del Carmen se desborda a raudales en torno a la Reina y Señora de Rute.
Fotografía de Paco Molina Jurado |
Balcones engalanados y decenas de pequeñas petaladas de flores sustituyen la antigua costumbre de colocar bengalas de humo en las rejas. Es la muestra palpable de la devoción carmelitana: sencilla, diaria y sin grandes parafernalias. La mejor manera que los vecinos tienen para recibir a la Virgen es abrir sus casas de par en par, engalanar las calles y observarla en silencio, recordando a los que ya no están y transmitiendo a los más pequeños este fervor.
Hoy podemos decir que se produce el pistoletazo de salida a los días más grandes que tiene el pueblo de Rute, a los días centrales de las Fiestas Carmelitanas en honor a la Patrona de Rute, la Santísima Virgen del Carmen.
¡VIVA LA VIRGEN DEL CARMEN!
¡VIVA LA PATRONA DE RUTE!
¡VIVA LA REINA Y SEÑORA!
¡VIVA EL ORGULLO DE NUESTRO PUEBLO!
¡VIVA LA MADRE DE DIOS!
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