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Nuestra Bendita Patrona ataviada en su Santuario para la primavera. |
Inmersos
de lleno en plena Pascua de Resurrección y en medio de una primavera con tintes
más bien veraniegos y carmelitanos, nuestra villa se prepara para vivir un mayo
plenamente mariano, explotando de alegría en todos y cada uno de sus espectaculares
rincones. Como si patios y jardines florecieran cual abigarrada muestra de júbilo,
queriendo anteponer el atributo de la hermosura por encima de cualquier contingencia.
Es precisamente esa hermosura la que nos encontramos al contemplar a nuestra Madre actualmente en su Santuario (preciosamente ataviada para la primavera y las fiestas de mayo de nuestra villa), cual si de una estrella en la que resplandecen los más bellos atributos de Dios se tratase. Ni más ni menos que una sinopsis elegante y arrebatadora de una belleza (la de nuestra Carmelita) que con Ella nunca parece tener fin.
Y
es que imaginar a nuestra Reina y Señora en su camarín con corona de plata
sobredorada, mantilla de malla y pendientes de coral (como ejemplo de todo lo
que con maravilloso esmero le ha sido puesto por el equipo de camarería), es querer
prevalecer en un jardín de oración, meditación y reflexión. Un espacio que
gracias a nuestra Carmelita es un Jardín del Cielo con simulados dotes de
divinidad, espiritualidad e inmortalidad.
Una
inmortalidad a la que nos conduce el Divino Infante que nos muestra nuestra Patrona
en sus manos que, con el graciosísimo y deslumbrante frontis que le otorga el vestido
de raso blanco que lo adorna y sus sandalias de tisú, parece tendernos la mano
para llevar nuestro corazón a saltar con Él hacia la pureza que atesora (directamente
heredada de nuestra Carmelita).
Lo
del Escapulario de nuestra Patrona en las manos (regalo con motivo de su
Coronación), nos hace partícipes a los ruteños de la suerte que atesoramos por
tener como Madre la más dulce muestra de ternura en el amor.
Cuando
nos deslumbres con tu impresionante rostro estos días, te veremos en silencio
en tu camarín, orando ante el Señor, luciendo tus rosarios alegóricos a tres
advocaciones del nombre de María: Araceli (Lucena), Virgen de la Sangre (Barrio
de la Vera Cruz) y Virgen de la Cabeza (nuestra Morenita ruteña), exaltando de
esta manera la grandeza de tu nombre y adjetivando hasta la extenuación los
preciosos apellidos que llenan de mayo nuestro corazón.
Cuando
reluces, Carmen, todo nuestro ser se llena de esperanza, de alegría,
de luz y de color. Por algo eres nuestra preciosa Patrona y de Rute, siempre la
FLOR…
(Nuestra
más sincera enhorabuena al equipo de camarería de la Real Archicofradía).
¡Viva la Virgen del Carmen!
¡Viva la Patrona de Rute!
¡Viva la Reina y Señora!
¡Viva la Emperatriz Carmelitana!
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