María Santísima
del Carmen ya se encuentra en la Parroquia de Santa Catalina Mártir de Alejandría
tras un solemne y multitudinario traslado procesional en el que, la Reina y Señora
de Rute, recorrió el centro de una villa hermosamente engalanada.
Que al filo de las nueve de
la noche, la Patrona de Rute (puntual), hizo su salida desde el Santuario rumbo a
la Parroquia de Santa Catalina (en medio de la belleza visual que impregna al
momento la cuesta de Los Barrancos), bien se podría haber catalogado como un
tópico carmelitano tres años atrás. Sin embargo, en esta ocasión, más que un clásico, el rememorar el sentimentalismo ya se había convertido
para la familia carmelitana ruteña en una necesidad: la de poder contemplar a nuestra
Patrona bajo el anaranjado tono que el Sol impregna en su rostro la tarde del
último domingo de julio. Esa necesidad, al fin, ha querido nuestra Madre que se convirtiera
en hecho consumado en forma de pasión carmelitana de las de antes (de las de
manual).
Y ese manual, a todas luces, seguido a rajatabla por los devotos de nuestra Madre y la villa de Rute en general, pedía a gritos argumentos en clave musical (dícese su pasodoble Reina y Señora): no solo en pos de aprovecharlos para piropear una y otra vez a la Patrona como Ella se merece (que así fue), sino también para convertir la bajada de la Cuesta de los Barrancos en la desescalada definitiva hacia la normalidad que tanto y tanto anhelaban los ruteños desde los más profundo de su corazón. El resto, como suele suceder siempre que se habla de la Virgen del Carmen, lo hizo Ella. ¿Cómo?: con su simple presencia en la calle y con su esplendoroso caminar. Por eso se llama Carmen y es Patrona de Rute.
Como se trataba de la Virgen, lo
demás vino rodado, envuelto en la desbordante belleza y hermosura que repartían la Virgen y su Hijo en cada mecida del paso al ritmo de la Banda
Municipal, y en medio de un pueblo engalanado hasta la médula (nunca mejor
dicho) que se había lanzado a la calle esperando que, su Carmelita, repartiese desde el trono alguna de las flores que los ruteños dejan cada día
en su Santuario. En la tarde de ayer, las flores fueron para Ella en forma de
petaladas, correspondiéndole a nuestra Carmelita repartir belleza de la de verdad, quedando
en el tintero una buena ración de la misma para el día 15 de agosto, cuando volverá
a entronizarse bajo palio para perfumar de nardo y jazmín su pueblo, y embriagar de oraciones muchas de las calles del municipio que la Señora ruteña lleva casi
tres años sin bendecir.
Tras la explosión de júbilo de la cuesta de Los Barrancos, María Santísima del Carmen, guiada en esta ocasión por un nutrido cortejo compuesto por su Real Archicofradía en pleno, el grupo joven Iuventus Carmeli y la Carmelitana Mayor (Cristi Caballero Molina) y sus damas de honor (Sheila Escamilla Peláez y Nazaret Sánchez Corona), ganó con júbilo su presencia en la Plaza que lleva su nombre al son de marchas de pura identidad carmelitana, interpretadas excepcionalmente por la Banda Municipal de Música de Rute.
Allí le esperaba un nuevo baño de multitud, tanto en forma de masiva asistencia fervorosa de ruteños, como en forma musical, regalo esta vez de la Coral “Bel Canto” de Rute, que plantó un beso en la mejilla a la Carmelita ruteña en forma de magnífica interpretación de la Salve Marinera, su Himno y el pasodoble Reina y Señora. Mientras tanto, petalada de ida y vuelta para desempolvar momentos que no se repetían desde hace tres años, entre ellos, el paso de la Virgen por la calle Roldán y la calle Portugueses: toda una delicia para los sentidos.
Una belleza para los sentidos que fue posible, en primer lugar, gracias al fantástico trabajo realizado con nuestra Madre por su grupo de camarería (encabezado por Mami Garrido) y por los artistas florales encargados del exorno floral del paso de nuestra Patrona (con José María Serrano a la cabeza) y, en segundo lugar, gracias a la incansable labor del grupo joven Iuventus Carmeli que, desde semanas atrás, y con la noción del tiempo perdida gracias a tantas horas de trabajo, habían engalanado el centro de Rute convirtiéndolo en un pedacito de ese Jardín de Cielo del nombre de nuestra Madre.
Marcha tras marcha y mecida
tras mecida, la penúltima parada de la Virgen antes de su entrada triunfal en
la Parroquia Mayor de Santa Catalina Mártir de Alejandría se produjo en la puerta
de la Residencia de Mayores “Juan Crisóstomo Mangas”. Nada que ver esta alegre
estampa de ayer en dicho lugar, con la acontecida estos años atrás en los traslados
de madrugada que nuestra Patrona se vió obligada a hacer por imperativos de las
autoridades sanitarias. Fue ayer nuestra Carmelita, la encargada de poner
auxilio donde antes había dudas e incertidumbre, y alegría donde antes había
angustia y desesperación.
Pasadas las once y media de
la noche, la Patrona de Rute exultante y hermosa, cruzaba el dintel de la puerta
principal de la Parroquia de Santa Catalina Mártir de Alejandría, en la cual
permanecerá hasta el próximo día 15 de agosto, tiempo durante el cual el Rvdo.
Padre D. José Gregorio Martínez Osorio (Consiliario de la Real Archicofradía)
la agasajará y se entregará a Ella como párroco, entrega que brindará en forma
de regalo a la Virgen antes de su partida en el mes de septiembre en forma de
misión a Camerún.
La Patrona de Rute (por algo
lo es) acabó certificando en el día de ayer la receta de una desescalada en la
que el único principio activo fue el amor que, como Madre, siente por sus hijos
ruteños, y cuyos efectos secundarios (en contra de lo establecido) fueron: la emoción,
el disfrute, el reencuentro, la convivencia y la oración.
¡Gracias, Carmen, por ser
ayer esa celestial medicina que reparó por completo nuestro corazón!
¡Viva la Virgen del Carmen!
¡Viva la Patrona de Rute!
¡Viva la Reina y Señora!
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