Con la imposición de la ceniza en el día de ayer, entrábamos
de lleno en la Cuaresma 2021, tiempo de preparación para la celebración de la
Muerte y Resurrección de Cristo en la Pascua. Durante estos cuarenta días -desde
el Miércoles de Ceniza hasta la tarde del Jueves Santo- los cristianos viviremos
un periodo que debe venir marcado por la penitencia y la conversión, y en el
que la magna recompensa es la de poder celebrar la Gloria de la Resurrección de
nuestro Señor Jesucristo.
Amén de lo anterior, como cristianos y como carmelitanos que compartimos las enseñanzas de Santa Teresa de Jesús en su plena entrega a Dios, nuestro quehacer diario debe venir marcado por una nueva forma de vida, cuyos apellidos fundamentales sean la fe y la caridad, en un propósito de compromiso con el prójimo necesitado en lo humano, en lo material y en lo espiritual que, a todas luces, debe ser inexcusable.
Los ruteños, para recorrer ese camino que nos traza la Cuaresma en pos de llegar a través de la plena entrega cristiana hasta Dios, contamos con la maravillosa ayuda de la intercesión carmelitana de nuestra Madre, la Santísima Virgen del Carmen, Señora y Patrona nuestra.
Acercarnos al Santuario de nuestra Bendita Patrona a
la caída de la tarde, persuadidos por la idílica puesta de sol que se observa
desde Los Barrancos, y poder visitar a nuestra Carmelita, sencilla y bellísimamente
engalanada para la Cuaresma y orar ante Ella, constituye la más maravillosa
forma espiritual de elevar y plantar nuestro arrepentimiento a los mismos pies de Jesús y, a la vez, reconocernos pecadores necesitados del
amor de Dios para limpiar nuestras faltas.
Qué suerte, Santísima Virgen del Carmelo, poder disponer
de tus virtudes y consuelo para poder enjugar nuestros defectos con la pureza
de tu mirada, la serenidad de tu rostro y la dulzura de tus labios de Cielo.
No sé si es tu atuendo cuaresmal a base de bordado con
cintas en tu velo, el estampado morado en el brocado marrón de tu vestido o tu
Niño plenamente impregnado de aire cuaresmal a base de terciopelo morado de
chantilly, los que nos llevarán en volandas hasta tu Santuario para rezarte,
pero si hay que fantasear una estampa en forma de bella escalera que nos lleve pronto
hasta el Cielo, esa eres sin duda Tú, preciosa Virgen del Carmelo.
Nunca imaginaremos un Paraíso sin el amparo
de tu abrigo, como tampoco nuestra llegada al mismo sin la inestimable ayuda de
tu intercesión, sobre todo cuando para llegar al Altísimo, necesitamos de lleno
de tu nombre como fuente de inspiración del perdón.
Un perdón que, como bien hacía constar Santa Teresa en sus poemas, tenía como secreto un corazón enamorado de Dios en nuestro pensamiento. Un gozo que será doble si además, Carmen, te tenemos como guía para navegar por ese maravilloso firmamento…
Que así sea...
“Dichoso el corazón enamorado
que en solo Dios ha puesto el pensamiento;
por él renuncia todo lo criado,
y en él halla su gloria y su contento.
Aun de sí mismo vive descuidado,
porque en su Dios está todo su intento,
y así alegre pasa y muy gozoso
las ondas de este mar tempestuoso.”
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